viernes, 14 de marzo de 2014

DE LA GUERRA CONTRA EL NARCO Y OTROS DEMONIOS

Publiqué en Facebook esta nota el día
26 de febrero de 2014 a la(s) 10:57
Ante la situación que atraviesa mi país, no puedo quedarme sin dar testimonio en carne propia de lo que sucede, puesto que a pequeña escala mi situación familiar es un reflejo de lo acontecido.
Todos los análisis sociopolíticos sobre el tema del tráfico de drogas aportan excelentes argumentos sobre la cadena completa desde la producción, distribución y consumo, así como de las luchas de poder entre los diferentes cárteles y el gobierno mexicano, por otro lado, los comentarios de la sociedad civil van encaminados al terrible efecto de dicha práctica sobre la vida de los individuos, la destrucción de los núcleos familiares, la violencia desmedida, la inseguridad y la falta de soberanía en la determinación de las políticas públicas que garanticen el buen ejercicio de los derechos humanos.
Para justificar el consumo, se ha hablado mucho sobre “la cultura de las drogas”, la “narcocultura”, etc., se dice que cada quien es libre de consumir lo que quiera porque nadie nos obliga a hacerlo, sin embargo, quienes hemos llegado hasta allí es porque alguien más nos lo ha ofrecido. Mi hermano mayor y yo consumíamos drogas. Él fue recluido muchas veces en centros de rehabilitación de los cuales se escapaba, un buen día se casó, tuvo hijos y aparentemente un “trabajo normal”, hasta que lo metieron preso por descubrir que transportaba mariguana. Ahora cumple una condena que no le permite ver a sus hijos crecer. Mientras tanto, yo parecía una persona común y corriente, estudiaba en la universidad y siempre parecía estar muy contenta, aunque la aparente felicidad solo era provocada por todas las sustancias en mi cuerpo, realmente me encaminaba cada vez más hacia un suicidio por el inmenso vacío que me provocaba la falsedad de todo.
La mayoría de las personas pensamos que las cosas funcionan como se ven en apariencia, y estudiamos los conflictos externos como eso, como algo externo sin darnos cuenta de que somos parte de ello,  criticamos la guerra contra el narco y la violencia que genera pero después se nos olvida cuando estamos bajo el efecto de las drogas que nos venden. Confieso que me siento un poco ridícula recordando las veces que he criticado esta guerra sabiendo que probablemente muchos kilos de la mariguana que fumé fueron transportados por mi hermano que ahora está en la cárcel.  
Todos en alguna medida hemos trabajado para consolidar este sistema de narcogobierno, admiro con franqueza a las autonomías como Cherán, las policías comunitarias de Guerrero, y a las comunidades zapatistas quienes se han dado cuenta de que el consumo de sustancias es clave importante del desgajamiento social, por lo cual han prohibido hasta el consumo de alcohol y se han atrevido a luchar contra este gran monstruo.
NINGUNA SUSTANCIA NOS PUEDE AYUDAR A DESPERTAR CONCIENCIA, por el contrario, nos subsumen en un abismo de melancolía e incertidumbre que no nos permite ver hacia dónde vamos a caminar. Podríamos pasarnos toda la vida culpando al capitalismo, a los yanquis, y a los presidentes en turno pero ni por equivocación nos pondríamos a evidenciar nuestra participación en todo esto.
No estoy formando parte de ninguna campaña mediática de tipo moralista en contra del consumo de las drogas, pero si quiero compartir que podemos vivir mejor si dejamos de lado el uso de ellas puesto que NO LAS NECESITAMOS, podemos vivir una vida plena y digna disfrutando de las bondades que tenemos en el país sin estar bajo el efecto de ninguna sustancia, trabajemos mexicanos por la construcción social de un país que ya cuenta con lo necesario para ser una gran potencia mundial, observemos nuestras prácticas diarias, dejemos de teorizar desde los escritorios y salgamos a vivir una vida diferente, recordemos que somos actores sociales potenciales a transformar la realidad en que vivimos, construyamos el país con el que soñamos, o de lo contrario solo nos quedaremos con el país que merecemos.

martes, 14 de diciembre de 2010

el uso de agrocombustibles en la lógica del capital

Los sucesos acontecidos en las últimas décadas son apenas un ligero acercamiento a lo que la humanidad está por enfrentar durante las próximas generaciones. El cambio climático es ya conocido por todos, entendido por pocos y sufrido por muchos.
Desde diversos enfoques, ya sean científicos o metafísicos se habla de que nos encontramos actualmente en una época de bifurcación en la que nos encaminamos a la destrucción del mundo como lo conocemos hasta ahora, el camino hacia el que se dirija la historia puede ser favorable o no para la supervivencia de la humanidad como especie, no así como civilización.
La relación del hombre con la naturaleza se ha centrado más en la dominación que en la convivencia, esto provocado por el racionalismo economicista del modelo capitalista, en donde la Tierra es considerada como algo al servicio de la humanidad, la obsesión por el progreso y bienestar humano desde las concepciones antropocentristas han creado cierta ceguera que no permite ver más allá de las necesidades de la humanidad1. Una vez que se entienda que la historia de la humanidad forma parte de la historia de la Tierra, comenzará el hombre a establecer una verdadera simbiosis con la naturaleza. El planeta es ahora más viejo y menos resistente a los cambios, lo cual aunado al aceleramiento de los procesos de modernización, se deriva un mal físico para la Tierra. La civilización ha enfermado a la Tierra.
El desarrollo sustentable se queda realmente corto ante el reto de sanar a la Tierra. El intento de equilibrar el bienestar social con la prosperidad y al mismo tiempo proteger el medio ambiente, es sin duda, una buena intención pero no nos lleva demasiado lejos de la lógica del capitalismo, pues como hemos visto las políticas basadas en el desarrollo sustentable solo han sustentado el posicionamiento impositivo de los países industrializados sobre las decisiones que deben tomar los países en vías de desarrollo respecto a la problemática del medio ambiente. Dichos países han convertido el cambio climático en el mejor de sus negocios.
Las cumbres sobre el cambio climático han perdido tiempo promoviendo falsas soluciones, los gobiernos de los países invierten enormes sumas de dinero en combatir al terrorismo y el narcotráfico promoviendo así la producción armamenticia y el dominio de territorio y recursos naturales; basando su economía en la guerra, los gobiernos de los países industrializados solo demuestran la posibilidad de que antes que Gaia decida terminar con la humanidad, los mismos hombres serán capaces de exterminarse entre sí. Los políticos simplemente no se han preocupado por lograr cambios significativos en la lucha contra el calentamiento global, es así, que ante cada cumbre del cambio climático nos encontramos con manifestaciones en contra de los acuerdos tomados en dichas reuniones (el protocolo de Kyoto y el de Cartagena, por ejemplo.) ya que los principales afectados están ejerciendo campañas de concientización y acción local basados en experiencias reales de la vida cotidiana, los actores de esta lucha son indígenas y campesinos, ellos han sido históricamente quienes han establecido una relación directa con la tierra y dentro de su cosmovisión la conciben como su madre, no como capital natural.
La vía campesina es el movimiento que más ha cuestionado los acuerdos tomados en estas reuniones internacionales y denuncian la manera en que la agricultura industrial ha contribuido al cambio climático, esencialmente son cinco factores2 los que contribuyen a este fenómeno, primero la transportación mundial de alimentos a grandes distancias que impacta fuertemente a los mercados locales, la imposición de medios industriales de producción agropecuaria, dichos paquetes tecnológicos requieren de mayor consumo de energía, con lo cual en vez que la agricultura sea generadora de energía, consume más entre más tecnificada sea, la mecanización a ultranza, el uso de agroquímicos y la geoingeniería en conjunto han llevado a los suelos hacia una crítica situación de erosión e infertilidad.
La agricultura practicada por el capitalismo simplemente ha especulado con la soberanía alimentaria de los países pobres, dejando fuera del mercado a los pequeños productores ya que no pueden competir con los bajos precios que ofertan estos grandes productores quienes han logrado estos precios por medio de los monocultivos, la industrialización del campo y el mal uso de la tecnología aportando bastante en las emisiones de dióxido de carbono.
Por otro lado el “desarrollo urbano” ha traído consigo no solo deforestaciones para la expansión de las ciudades, junto con ello vino también el incremento poblacional y una demanda de mayor consumo de energía y ahora, ante el cambio climático, vemos como los movimientos migratorios forzados tanto de personas como de animales, formaran un nuevo reacomodo sociopolítico similar a lo que se pretende con las nuevas sociedades sustentables, creándose así, además de los problemas por las tragedias ambientales que obligan a migrar, conflictos interétnicos ante la redistribución del territorio.
Además de las tragedias causadas por la agricultura industrial, la minería, el desarrollo urbano, los transgénicos, las represas y los basureros, tenemos el uso de las energías fósiles.
Las energías renovables son poco eficaces y muy caras, sin embargo, el derrame de petróleo en el norte del Golfo de México ocurrido en abril del 2010 donde estalló el pozo Macondo de la compañía British Petroleum (BP) en el estado de Luisiana, EEUU, va a obligar al empleo inmediato de biocombustibles y a disminuir el uso de combustibles fósiles.
El incidente de la Deepwater Horizon es consecuencia directa de nuestra adicción global al petróleo -dijo Mandy Joye3-. Incidentes como este son inevitables si perforamos en aguas cada vez más profundas. Estamos jugando con fuego. Si este no es un motivo para usar energía verde, no sé cuál lo sería.”
El derrame del petróleo en el Golfo ha sido uno de los más grandes desastres ecológicos provocados por el hombre. La irracionalidad empleada en la extracción del crudo llevó a las compañías petroleras a lanzarse hacia aguas más profundas, ya que el avance de la tecnología lo permitía, sin pensar en las consecuencias que traería un accidente como éste, dicho derrame solo ha sido superado por el derrame intencional de la guerra del Golfo en 1991, en Kuwait4, una experiencia anterior ocurrida en 1979 con el pozo mexicano Ixtoc I en Campeche, devastó la pesca y las economías locales, cuando el petróleo es arrastrado hacia aguas con poco oxígeno como las lagunas y manglares se puede quedar allí por décadas y seguir causando un deterioro ambiental, en Campeche tuvieron que pasar casi veinte años para que se normalizara la pesca, pero para ese tiempo, los pescadores tuvieron que sobrevivir empleandose en diferentes trabajos o teniendo que emigrar, muchos ya no volvieron a pescar.
La reacción ante el impacto del derrame en las zonas costeras llevó a demostrar nuevamente que quienes resultan más afectados son aquellos a los que las empresas no consideraron en la creación de sus proyectos, y son esos mismos quienes actuaron más en detener la expansión del derrame antes que las empresas que lo provocaron. Fueron los pescadores camaroneros quienes realizaron la quema de una cuarta parte del petróleo, y ayudaron en el rescate de flora y fauna marina. La actividad pesquera en esa región era una de las actividades económicas más fuertes del estado de Luisiana, en especial el cultivo de ostras, junto con las compañías extractoras de gas y petróleo, hasta el momento habían podido convivir en el mismo espacio, ahora, la actividad pesquera podrá solventarse solamente de las lagunas de agua dulce que no fueron afectadas por dicho derrame, mientras tanto, los pescadores han obtenido trabajo en las obras de limpieza del Golfo y posteriormente deberán buscar otra actividad para conseguir sustento económico.
Según datos de la CONABIO5 (2006) la economía global emite anualmente 3500 millones de toneladas de carbono provenientes de combustibles fósiles empleados en la producción de energía y transporte, convirtiéndose en un consumo destructivo de la naturaleza y fuente principal del cambio climático.
En México, gran parte de la economía se basa en la extracción de petróleo. Leff6 emite una recomendación sobre la despetrolización paulatina de la economía mexicana, tanto por los combustibles fósiles que se consumen en el país como por las exportaciones y la alta productividad de cultivos intensivos en energías fósiles, para apoyar en la reconversión a los cultivos orgánicos.
Bajo el contexto de estos sucesos, el uso de biocombustibles, mejor llamados agrocombustibles ya que para su obtención es necesario hacer uso de suelo destinado a la agricultura, parecen proponer una alternativa pero habría que analizarlo más a detalle.
James Lovelock no se encuentra a favor del uso de agrocombustibles, él apuesta a que una mejor salida, momentánea, al cese de uso de combustibles fósiles es el empleo de la energía nuclear, lo cual nos llevaría a otro debate, sobre todo político en cuanto a su uso, a pesar de que países como Francia han demostrado que el uso eficiente de energía nuclear puede abastecer de energía eléctrica a toda una nación sin daños al medio ambiente.
La producción de agrocombustibles podría figurar como una amenaza a la pérdida de la biodiversidad en tanto que para su obtención se monocultive la tierra y no se entienda que es necesario el manejo integral a través de la asociación de cultivos, sin embargo, sometidos a la lógica de la agricultura industrial, podría darse la intensificación de los cultivos generadores de energía verde y que como en su tiempo se realizó la conversión de bosque a suelo agrícola, esta vez la producción agrícola gire en torno a la producción de agrocombustibles y no de alimentos, lo cual pondría aún más en riesgo la soberanía alimentaria de los países pobres, ya que se plantea que sean estos quienes los produzcan y que los industrializados los consuman sin dejar de producir alimentos con sus precios abaratados para la exportación a los subdesarrollados.
En primera instancia, la producción de agrocombustibles traería un aporte económico bastante significativo para los campesinos, lo cual, en términos inmediatos a la solución de sus problemas cotidianos es una manera de fomentar el desarrollo local, pero el producto final, ya sea biodiesel, bioturbosina, bioetanol, etc.; será utilizado por las grandes empresas, las cuales pintaran al sistema de verde, pero no dejarán de operar bajo la lógica del gran capital, de esa manera, se integra a los campesinos al sistema económico de una manera “ecológica” que ni siquiera llega a ser sustentable.
No podría, sinceramente, proponer una alternativa a los debates que se desenvuelven respecto al cambio climático, sin embargo, confío en que la acción local y colectiva basada en la autodeterminación de los pueblos lleven a lograr un mayor equilibrio entre las relaciones hombre-naturaleza no solo para la preservación de la especie humana sino para una mejor interacción con la madre tierra.

  1. 1Gray John. (perros de paja) citado en Lovelock (2007) La venganza de la Tierra. p.25 Ed. Planeta



  1. 3Miembro del equipo de científicos que investigan el derrame del Golfo


  1. 4Bourne, Joel en Un dilema profundo. Revista National Geographic en español. Octubre 2010. Vol. 27 Núm. 4 mensual

  1. 5Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. www.conabio.gob.mx/


  1. 6Leff, Enrique (2008) Discursos sustentables. Ed. S. XXI

lunes, 6 de diciembre de 2010

el negocio del cambio climático

http://www.jornada.unam.mx/2010/12/06/index.php?section=sociedad&article=046n1soc
Mientras que en Cancún los políticos se hacen bromas entre sí y divagan sobre las acciones a tomar, en Haiti mueren miles de personas víctimas de los fenómenos de la naturaleza y se prevén que las consecuencias del derrame de petróleo en el Golfo de México serán catastróficas para el medio ambiente. Quiero comenzar lanzando una de mis preocupaciones de esta época, ¿revolucionaremos nuestro pensamiento y forma de actuar como sociedad para poder sobrevivir como especie? o ¿será demasiado tarde?